Lamer heridas es una respuesta instintiva cuando los humanos y otros animales (perros, gatos, roedores y primates) se lastiman. Y ese instinto tiene su razón de existir, y es porque tanto la saliva como las lágrimas contienen lisozima, una encima que actúa en general como barrera a las infecciones de bacterias.

Piénsenlo, de hecho las heridas del interior de la boca curan más rápido a pesar de que esta en un medio altamente húmedo y en continuo contacto con agentes externos.

Pero aunque la encima es maravillosa, con el simple intercambio de fluidos con otro animal, se crea la posibilidad de infectarse de algún virus, por ejemplo, los antílopes se transmiten la rabia al lamerle las heridas.

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